martes, 7 de febrero de 2012

Historia del Té

CHINA
El té es la segunda bebida más consumida del mundo después del agua. Existen más de 3.000 variedades. Se bebe desde hace miles de años y su consumo se ha extendido a casi todos los paises del mundo.
El término español "té" se deriva del dialecto chino amoy, en el que se pronuncia "tai". Surgió de los primeros contactos entre comerciantes holandeses y chinos del puerto de Amoy, en la provincia de Fujian.

Según la leyenda china, fue el emperador y erudito Shen Nung quien descubrió las propiedades beneficiosas del té. Una de sus sabias normas había sido la disposición de que, durante su reinado, toda el agua destinada para el consumo humano fuera previamente hervida.
Cuentan que un día, cuando Shen Nung estaba descansando junto a un árbol de té silvestre, una ligera brisa agitó las ramas, con tan buena fortuna, que algunas hojas fueron a caer en el agua que estaba hirviendo. La infusión resultante le pareció deliciosamente refrescante y reconstituyente y así fue como descubrió el té.

Hasta el siglo III dC, la infusión se preparaba como medicina o tónico con hojas verdes tiernas de árboles silvestres. Para ajustar la oferta a una demanda creciente y garantizar una cosecha regular, los granjeros empezaron a cultivar arbustos de té en sus pequeñas propiedades y se fue desarrollando un sistema de desecación y fabricación.

La popularidad del té creció rápidamente en China durante los siglos IV y V, y se establecieron nuevas plantaciones en el valle del río Changjiang. El té se entregaba como presente a los emperadores  y empezó a encontrarse en tabernas, tiendas y posadas. Los comerciantes de té se enriquecieron y los alfareros, plateros y herreros empezaron a fabricar elegantes artículos que constituían un indicador de la riqueza y del nivel social de los propietarios. Se suele afirmar que la “edad de oro” del té corresponde a la época de la dinastía Tang (618-906 d.C.). El té ya no era sólo un tónico medicinal, sino que se bebía tanto por sus propiedades reconstituyentes como por placer. El proceso de preparar y servir la infusión se fue convirtiendo en una elaborada ceremonia.

Existen documentos que demuestran que en el 478 se usaban pastillas prensadas elaboradas con hojas verdes de té hervidas al vapor como trueque en las relaciones comerciales con los turcos. Los comerciantes de té se enriquecieron y los alfareros, plateros y herreros empezaron a fabricar elegantes artículos que constituían un indicador de la riqueza y del nivel social de los propietarios.

En la época de la dinastía Tang (618-906 dC), las hojas tiernas recolectadas se hervían al vapor, se machacaban y despues se mezclaban con zumo de ciruela hasta obtener una pasta compacta que se introducía en moldes, donde se prensaba para formar una especie de pastillas que se horneaban hasta quedar secas. Para preparar una infusión, se tostaba la pastilla hasta ablandarla para poder triturarla y se hervía el polvo resultante. Los sabores más habituales se obtenían añadiendo al agua cebollas dulces, jengibre, piel de naranja, clavos o menta.
El impacto que el té ha tenido en la historia y la cultura del pueblo chino es enorme. Entre las facetas más notables está su influencia en el desarrollo de una de las más importantes industrias tradicionales chinas: la porcelana. Aunque el arte de la porcelana había sido inventado en tiempos de la dinastía Tang, fue durante la dinastía Song cuando alcanzó el refinamiento que lo caracterizaría ya para siempre.

El té llegó a convertirse en un vehículo para la espiritualidad y la trascendencia. Sin embargo, su esplendor acabó drásticamente cuando en 1279, bajo el mando de Gengis Kahn, las hordas mongoles conquistaron Pekín y más tarde lograron apoderarse de todo el país.
Los invasores se interesaron poco por la cultura y las costumbres locales. La elite gobernante fue ajena a las sutilezas y refinamientos del té y éste pasó a ser un alimento más. Los mongoles lo tomaban con crema, acompañado de arroz o frutos secos. De hecho, cuando Marco Polo llegó a China, ni siquiera lo introdujeron al antaño imprescindible ritual del té. En sus escritos describe los esplendores de las ciudades chinas, pero no hay ninguna referencia al té.
A la muerte de Kublai Khan, sobrino de Gengis, comenzó a gobernar en China la dinastía Ming, que trató de revivir los antiguos esplendores. S volvió a practicar la ceremonia del té, al tiempo que la fabricación de la porcelana conocía un nuevo auge. Fue precisamente en esta época cuando se inventó el proceso de fabricación del té verde, tal como se sigue utilizando en la actualidad.

En 1644, China fue de nuevo conquistada, esta vez por los manchúes, quienes establecieron la dinastía Quing, que permanecería en el poder hasta el año 1912. Durante la dominación Quing, se inventaron los diferentes métodos para controlar la fermentación del té, lo cual dio como resultado las variedades oolong y negro. Desde entonces, las variedades del té se multiplicaron de un modo incesante.

El oolong es un té chino tradicional (Camellia sinensis) que queda entre el verde y el negro en oxidación. Está entre los tipos de té más populares servidos en los restaurantes chinos típicos.
El oolong tiene un sabor más parecido al té verde que al negro: no tiene el aroma dulce y rosáceo del té negro ni las fuertes notas herbales que caracterizan al té verde. Suele cocerse de forma que quede fuerte, dejando el amargor un regusto dulce.
Las hojas de té oolong se procesan de dos formas diferentes. Algunas variedades se enrollan en hojas largas y curvas, mientras otras se prensan a formas parecidas a bolas, de forma similar al Gunpowder.
El té Oolong, también conocido como “El champagne de los tés” es una variedad que está entre el té verde y el té negro
La hoja del té se deja marchitar durante cuatro o cinco horas a la sombre hasta que empieza a cambiar de color. Entonces se echa a una sartén a fuego muy alto durante unos diez minutos e inmediatamente se enrolla. Se deja fermentar unas doce horas más antes de ser empaquetado.


Fue durante la dinastía Ming (1368-1644 d.C.) cuando empezaron a fermentarse las hojas, hasta ese momento verdes, del té para aumentar el tiempo de su conservación. Fue entonces cuando nacieron dos tipos de té: el té negro y el aromatizado con flores.
Este afán por investigar las distintas posibilidades del té llegó bajo la dinastía Ming. El intenso comercio del té verde obligo a inventar nuevos métodos de conservación para que no se perdiera un ápice de las propiedades de las hojas, de ahí, que se empezara a coquetear con las variedades de té negro y los aromatizados.

Zona de Jiangnan.
Abarca la zona sur del río Yangtze y es la zona más prolífica de cultivo de té en China. La mayor parte de la producción es té verde, pero también produce algo de té negro. Esta región comprende la zona sur de las provincias de Jiangsu y Anhui, y la zona norte de las provincias de Jiangxi y Zhejiang.

Zona de Jiangbei.
Abarca una extensa zona al norte del mismo río, donde la temperatura es 2 ó 3 grados centígrados más baja que en la zona de Jiangnan. También el té verde es la variedad más producida, pero las provincias de Shaanxi y Gansu producen té compactado para abastecer las áreas minoritarias del noroeste.

Zona Suroeste.
Es la zona que abarca Sicuani, Yunnan, Guizhou y Tibet, productora de té negro, verde y compactado. El té Pu-erh de la provincia de Yunnan disfruta de una gran demanda tanto en China como en el exterior.

Zona de Lingnan.
Abarca las provincias de Guangdong, Guangxi, Fujian y Taiwán, al sur del país, y destaca por la producción de té Oolong, muy reconocido tanto dentro como fuera de China.


Pueden clasificarse en cinco grupos principales, cuyas diferentes características se deben a la región de cultivo, la variedad de la planta y el método de procesado de la hoja:

Té Verde. El té verde es la variedad de té chino que conserva el color original de la hoja, sin ser sometida a ningún proceso de fermentación. Las hojas son cocidas brevemente a altas temperaturas nada más cosecharlas para evitar la oxidación que altearía su color verde original. Esta categoría engloba principalmente el té Longjing de la provincia de Zhejiang, el té Maofeng de la montaña Huangshan en la provincia de Anhui y el té Biluochun producido en Jiangsu.

Té Negro. El té negro, conocido como ‘hong cha’ (té rojo) en China es la categoría de té sometido a un proceso de fermentación antes de ser cocido. Las principales variedades dentro de esta categoría son el té Qihong de Anhui, el té Dianhong de Yunnan, el té Suhong de Jiangsu, el té Chuanhong de Sichuan y el té Huhong de Hunan.

Té Oolong. Esta variedad de té, también conocida como Wulong, es un té parcialmente fermentado, por lo que se encuentra entre el té verde y el té negro, con un grado de oxidación que oscila entre el 10% y el 70%. Es el más popular de los tés servidos en los típicos restaurantes chinos. Su sabor recuerda más al té verde que al té negro, y sus hojas suelen ser procesadas de dos formas diferentes: enrolladas en largos rizos o prensadas en forma de bolas. Entre los más famosos tés chinos se encuentran las variedades de té Oolong producidas en las montañas Wuyi de la provincia de Fujian y en las montañas del centro de Taiwán. Se produce también en la provincia de Guangdong.

Té Compactado. Esta es la variedad de té que se comprime y compacta hasta darle determinada forma que facilitará su transporte y almacenamiento. Normalmente se le da forma de ladrillo, pero también se le puede dar forma de tarta o cuenco. Por lo general es suministrado a las minorías étnicas que habitan en las zonas fronterizas del país. Dado que al comprimirlo adquiere un color oscuro, en China es también conocido como “té negro”. Las provincias de mayor producción de este tipo de té son Hubei, Hunan, Sichuan y Yunnan. El más conocido es el Pu-erh de Yunnan, único té que, al igual que el vino, mejora con la edad. De hecho, dado que puede ser consumido trascurridos varios años desde que fue cosechado, se le suele catalogar tanto por la región como por el año de producción, y podemos llegar a encontrar Pu-erh de 50 años.

Té Aromatizado. Esta variedad de té se obtiene de mezclar fragancias florales con las hojas de té durante el proceso de producción. Las flores más utilizadas con este propósito son las de jazmín y magnolia, pero pueden utilizarse otras flores aromáticas, como rosa, lavanda y orquídea, e incluso trozos de fruta (manzana verde, naranja, mandarina, mango, fresa, melocotón, albaricoque, grosella negra, lychee, limón, caqui o bergamota son las más frecuentes). La base para la elaboración del té aromatizado puede ser tanto té verde, como negro u oolong. Actualmente la mayor parte de la producción de té de jazmín y magnolia proviene de Hengxian, en la región de Guangxi.

JAPON
La cultura japonesa por su parte explica el origen del té con otra leyenda: un monje asceta indio llamado Drama emprendió un viaje de peregrinación de la India a China. Durante todo el camino el monje quería permanecer despierto para así practicar mejor la meditación. Un día, agotado por el cansancio, se quedó dormido. Al despertar, preso de la ira por haber roto su promesa, cogió un cuchillo y se cortó los párpados para que nunca más volviera a caer en dicha falta y los enterró. Al día siguiente una planta había nacido justo en dicho lugar. Era la planta del té.
Pronto se dio cuenta de que la planta tenía la propiedad de ayudar a mantener los ojos abiertos. A la vista de las propiedades que había descubierto, fue contando todo lo ocurrido a sus seguidores y pronto empezó a utilizarse como ayuda para mantenerse despierto durante la meditación. Prosiguió su peregrinación hacia Japón y se llevó consigo la planta del té, introduciendo así el té en los templos de budismo Zen de aquel país.

El consumo de té y las creencias budistas fueron evolucionando de manera paralela y, mientras los rituales asociados con el té en la antigua China desaparecieron, los japoneses desarrollaron una ceremonia compleja y única. Todavía hoy en día la ceremonia japonesa del té, Cha-no-yu, implica un modelo definido de comportamiento diseñado para crear un silencioso interludio durante el cual el anfitrión y los huéspedes tratan de revitalizarse espiritualmente y alcanzar la armonía con el
universo.
En 1906, Okakura Kakuzo escribió largamente sobre el té y su ceremonia: “el té es más que una idealización de la manera de beber: es una religión del arte de vivir”.
La leyenda sobre el origen del té en japón conecta con el budismo Zen y cuenta que un monje ascetade origen indio llamado Dharma viajó a china en perenigración. Durante su camino pretendía estar continuamente despierto para meditar, pero un día agotado por el viaje se durmió en plena meditación. Al despertar, se llenó de ira consigo mismo y se cortó los párpados con su cuchillo para que nunca más le volviese a ocurrir. al día siguiente en el lugar en el que había arrojado sus párpados había un arbusto diferente a todos los demás, cuyas hojas tenían la propiedad de ayudar a mantener a tener los ojos abiertos. Dharma, enseñó las propiedades de las hojas del té a sus seguidores y tras su estancia en China viajó hasta Japón, donde llevo la planta que se introdujo en los templos del budismo Zen de ese país.

Se cree que las primeras semillas de té, procedentes de China, las llevó un monje budista llamado Dengyo Daishi que estuvo en china del 803 al 805 d.C., y que ha su vuelta las plantó en las tierras de su monasterio. Cinco años más tarde sirvió una infusión de hojas de té al emperador Saga, que apreció tanto la bebida que mandó cultivar el té en cinco provincias cercanas a la capital.
Más tarde, entre los siglos IX y XI, ante el deterioro de las relaciones entre China y Japón, el té dejó de ser consumido en la Corte por considerarse un producto chino, quedando restringido su uso en los monasterias budistas.
En el siglo XII, una vez mejoradas las relaciones entre ambos países, el monje Elisai llevó a Japón más semillas procedentes de China y la nueva costumbre china de beber té verde en polvo. Esta costumbre es la que, con el transcurso del tiempo, ha dado lugar a la ceremonia del té japonesa o Cha-no_yu, asociada a los rituales del budismo Zen, que se practica en una estancia especial (casa del té), destinada solamente a dicha ceremonia, a la que se accede desde la vivienda por un camino, "roji", que atraviesa un pequeño jardín.
La figura histórica de mayor influencia en la ceremonia del té japonesa fue Sen Rikyu (1522-1591),
que desde su juventud estudió las artes del té y fundó posteriormente las tres principales escuelas de
la ceremonia del té. A finales del siglo XVI la cultura del té quedaría establecida y su consumo llegaría a las clases populares convirtiéndose en la bebida más popular de Japón.

Cuando las relaciones entre China y Japón se deterioraron, el té dejó de ser apreciado y consumido en la corte japonesa, por tratarse de un producto chino. A principios del siglo Doce, la situación mejoró y otro monje japonés llamado Eisai fue el primero en visitar China. De vuelta, trajo consigo más semillas de té y las enseñanzas del budismo Zen.

La ceremonia del té capta los elementos esenciales de la belleza artística y de la filosofía japonesa. Combina cuatro ideas básicas : la armonía con las personas y con la naturaleza, el respeto por los demás, la pureza de corazón y espíritu, así como la tranquilidad. La ceremonia, que puede durar hasta cuatro horas, suele celebrarse en casa, en una habitación especial destinada a tal efecto, o en lo que se conoce como una "casa del té".

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